Libro: A paso de cangrejo. Umberto Eco
Ilustración y sentido común
En este capitulo el autor pretende dar una idea de lo que es
un hombre ilustrado en la actualidad.
Dice que para que pueda existir una ética intelectual
ilustrada, es necesario estar dispuestos a someter a critica desde cualquier
creencia hasta las que la ciencia presenta como verdades absolutas.
Según Eco, la herencia fundamental de la época de la
Ilustración reside en que existe un modo razonable de razonar y, comenta, todos
deberíamos coincidir en este. Concluye este punto diciendo que hasta en la
filosofía es necesario usar el sentido común.
Para el, un buen hombre ilustrado es aquel que cree que las
cosas van de una determinada manera.
Aquí el autor retoma a Quine, un empirista que decía que el
significado de una palabra se relaciona con nuestra regularidad de respuesta a
un estimulo.
El mismo Quine tambien decía que nuestra verdad también se
relaciona con un conjunto de convenciones culturales.
El buen ilustrado debe cuestionar cualquier posible manual
de traducción.
Para Eco, los hombres han de ser benévolos y respetuosos
unos con otros, es decir, construir juntos un contrato social.
Tambien, los ilustrados creen que se puede crear una ética
compleja, heróica, basándose en el principio de la negociación necesaria.
Se sabe que el hombre tiene cinco necesidades básicas,
alimentación, sueño, afecto, juego y el preguntarse por que. Las primeras
cuatro necesidades de comparten con todos los animales, pero la quinta es solo
una cualidad humana, para la cual se emplea el lenguaje.
Los hombres se preguntan quien hizo el mundo y que estaba
antes de el. Al intentar responder dicha pregunta se crean o descubren los
dioses.
Los ilustrados saben que cuando el hombre nombra a los
dioses hace algo que no debe de ser tomado a la ligera, y tambien sabe que la
forma de un panteón es un hecho natural, digno de mucha consideración y
respeto.
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